En la madrugada del 17 de febrero de 2025, la ciudad de Portoviejo, en la provincia de Manabí, fue escenario de una tragedia indescriptible. La familia Vinces Marcillo, conformada por el padre, la madre y sus dos hijas de 4 años y 6 meses, dormía plácidamente cuando un deslizamiento de tierra, provocado por las intensas lluvias, destruyó su hogar. La tierra cayó sobre la pared del cuarto donde descansaban, sepultándolos en plena oscuridad de la noche.
El barrio Fátima, en el que residía la familia, ya estaba considerado una zona de alto riesgo por deslizamientos, y el municipio de Portoviejo había emitido en 2023 una orden de evacuación para varias familias debido a la sobresaturación del suelo. Sin embargo, la vivienda de la familia Vinces Marcillo no fue evacuada, y el propietario optó por alquilarla. La tragedia ocurrió a pesar de las advertencias y medidas preventivas emitidas por las autoridades locales.
El saldo fue devastador: cuatro miembros de la familia perdieron la vida bajo toneladas de tierra. La única sobreviviente fue la mascota familiar, un perro que logró escapar del desastre. El suceso dejó a la comunidad en estado de shock, mientras que el dolor y el sufrimiento inundaron el hogar de quienes conocían a la familia.
La Secretaría Nacional de Gestión de Riesgos reportó que, además de las víctimas mortales, hubo otra persona herida durante el deslizamiento, y la vivienda quedó completamente destruida. Este trágico hecho es solo uno de los muchos deslizamientos ocurridos en el país en los últimos días, ya que las fuertes lluvias, que comenzaron el 11 de febrero, han afectado a diversas provincias, incluyendo Guayas, Chimborazo, Cotopaxi, Los Ríos, Esmeraldas, Manabí y Loja.
El desastre ha puesto de manifiesto la urgente necesidad de implementar medidas de prevención más estrictas en las zonas vulnerables y reforzar las evacuaciones en áreas de alto riesgo para evitar que tragedias como esta se repitan.
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