A sus 15 años, Cliver Huamán desafió las barreras del acceso y convirtió un cerro en su cabina de transmisión, inspirando a toda una comunidad digital.

Desde lo más alto de un cerro que domina la vista del Estadio Monumental, un adolescente limeño transformó un trípode y un celular en una cabina de transmisión improvisada. El viento golpeaba su micrófono, la tarde nublada caía sobre la capital peruana y, a lo lejos, el rugido de miles de hinchas marcaba cada minuto de la final de la Copa Libertadores.

Era Cliver Huamán, conocido en redes como “Pol Deportes”, un joven de 15 años que llegó a Lima decidido a cumplir su sueño: relatar una final continental. Sin credencial, sin acceso al estadio y con la negativa debido a su edad, todo indicaba que la historia terminaría ahí.

Pero él decidió narrarla igual.

Se instaló en el mirador, enfocó su cámara hacia el coloso completamente lleno y comenzó a relatar en vivo por TikTok. Desde aquella cabina improvisada, su voz se fundió con el eco monumental en el preciso instante en que el gol de Flamengo encendió la fiesta brasileña. Su transmisión, espontánea, auténtica y cargada de emoción, se viralizó en cuestión de horas.

Para miles de usuarios, Cliver se convirtió en un símbolo de la esencia del periodismo deportivo: la pasión por contar lo que se vive, incluso desde los márgenes, incluso cuando nadie te da autorización para hacerlo.

La historia de “Pol Deportes” evidencia cómo las nuevas plataformas permiten que talentos jóvenes irrumpan en espacios tradicionalmente cerrados. Su caso revela dos tendencias: la democratización de la cobertura deportiva y la fuerza del contenido genuino frente a producciones profesionales. Más allá de la anécdota viral, Cliver pone sobre la mesa un debate vigente: ¿hasta dónde las barreras de acceso deben limitar el nacimiento de nuevas voces en el periodismo? Su relato demuestra que, a veces, la pasión encuentra su propio terreno de juego.